Walt (Clint Eastwood) es un veterano racista de la guerra de Corea que a sus 77 años y tras la muerte de su esposa y el pasotismo de su familia se convierte en una persona de carácter agrio y llena de odio hacia los coreanos que inundan el barrio donde vive. Su única vía de escape, y digamos que su mayor tesoro en esos momentos es su ‘Gran Torino’, coche legendario que da el titulo a esta película, y que su joven vecino asiático intentará robar. A partir de este momento y lejos de condenar al chico para siempre, Walt empezará a escribir las páginas de uno de los últimos capítulos de su vida y tratará de redimirse de los años de guerra y reformar y ayudar al chico. La película se basa en líneas generales en las relaciones entre los mayores y los jóvenes y cómo la experiencia y la sabiduría de los primeros puede ayudar en mucho a los segundos.
Cabe destacar la soberbia actuación de Clint Eastwood que ha sabido ser lo que es, un cascarrabias de 77 años. Todavía no puedo entender cómo no le han seleccionado para los Oscar al mejor actor, premio que todavía le falta y faltará siempre en su largo palmarés. Tras ver la película y todo lo que con su papel transmite, las risas que suscita su personalidad y su descaro y la forma de ser que tiene delante de la pantalla es difícil de creer que se haya quedado tan a las puertas de lograr el que seguro sería uno de sus últimos sueños. Detrás de las cámaras se mantiene en su línea. Este hombre sabe hacer de cualquier historia algo muy pero que muy interesante. Y que siga siendo así por mucho tiempo.
Comentarios
Publicar un comentario