Hoy ha sido un día de sorpresas y novedades en general para mi. Digamos que ha habido un poco de todo: algo muy bueno, algo bueno y, como no, lo que ha empañado el día de hoy. Son momentos de cambios para todos en general, y para mi también. No estoy en contra de ellos -en absoluto- pero siempre y cuando estén motivados por una razón justificable. Por esto mismo no entiendo la noticia que ha revolucionado el panorama asturiano esta mañana -junto con la aparición del cuerpo de Gonzalo, que nos ha aliviado un poco a todos-. Esa noticia que decía que director del Festival Internacional de cine de Gijón había sido destituido.
En los tiempos que corren esto no debería ser algo sorprendente, como quien dice hoy en día no tienes asegurada ni tu propia casa. Lo que me sorprende es que estos cambios se produzcan cuando algo funciona y, paradójicamente, cuando cada vez lo hace de mejor manera y no se han dado razones explicando la sustitución de Cienfuegos y el consecuente nombramiento de Nacho Carballo.
NUNCA EN MI VIDA en todos los años que he ido al festival de cine -debido a mi edad tampoco son muchos-, vi el cartel de no hay entradas en tantas películas como en la pasada edición. Lejos de cabrearme en exceso -un poco sí, lo confieso- me gustó que tanta gente tuviese interés por algo diferente y se animase a acudir al festival. La semana que viene va a hacer un año que no voy al cine tradicional, entre otros motivos, no voy porque la mayoría de las películas no me interesan y soy fan incondicional de la versión original -la gran ausente en las salas comerciales-. El FIC era precisamente lo que hacía diferente a Gijón y daba alternativa a esa cartelera aburrida y cargante, aunque fuese sólo durante una semana.
Soy consciente de que estoy hablando en pasado. Para mi el FIC tal y como yo lo he conocido ha muerto, ahora paso a conocerlo como FAC Xixón. Ojalá sepan mantenerlo fiel a su estilo y conservando su nivel. El tiempo dirá, pero ¿mi opinion? Lo dudo. No voy a defender con uñas y dientes a Cienfuegos -y si lo hiciera tampoco pasaba nada- y hay que entender que, como le gustaba mucho decir a un amigo, no todo es blanco ni negro y por supuesto que, todo se puede mejorar. El caso es que Cascos & Co. nunca han sido de fiar. El Festival no era perfecto. No obstante, se había convertido en uno de esos festivales que te llaman desde lejos y que, poco a poco, se forjan un hueco en el panorama tanto nacional como internacional con su personalidad y encanto. Espero que el lluvioso y gris cielo gijonés de noviembre no se transforme en un cielo negro que tiña de oscuridad el ya de por sí incierto 50ª aniversario. No sé si estaré aquí para verlo pero los precedentes me dan miedo. Y mucho.
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